29 septiembre 2008

El cine de Walter Murch

El Destino disfrazado.
El azar para Murch es algo inevitable. Y el cine, con su descontrolada concatenación de imprevistos es un inmejorable territorio para las sacudidas azarosas. El cine, ese "accidente esperando a ocurrir".

Murch tiene algo de jesucristo, con todas sus parábolas y sus alegorias. Nos habla de Wheeler, creador del término "agujeros negros", quién diseñó el juego "las veinte preguntas negativas".

Dicese:

"El caso es que se le ocurrio un juego de salón, que refleja el modo en que está construido el universo a nivel cuántico. Se requieren pongamos, cuatro personas: Michael, Anthony, Waltrer y Aggie. Desde el punto de vista de uno de los participantes, Michael, a lo que se va a jugar es al es al juego normal de las veinte preguntas(...) Michael sale de la habitación, convencido de que los otros tres jugadores van a echar un vistazo por la sala y van a escoger colectivamente el objeto que Michael tendrá que averiguar- por ejemplo, el reloj despertador. Michael espera que cuando lo hayan decidido le dirán que puede volver a entrar y que intente adivinar el objeto con menos de 20 preguntas.En circunstancias normales el juego es una mezcla de perspicacia y de suerte: "No, no es más grande que una panera" "No, no se come"... ese tipo de cosas.

Sin embargo en la versión de Wheeler, cuando Michael sale de la habitación, los otros tres jugadores no se comunican entre si en absoluto. Por el contrario cada uno de ellos escoge en silencio un objeto. A continuación llaman a Michael. De forma que hay un desfase entre lo que cree Michael y la verdad subyacente: nadie sabe en qué están pensado los demás. A pesar de todo, el juego se desarrolla normalmente, que es lo que tiene gracia.

Michael le pregunta a Walter: "¿El objeto es más grande que una panera?" Walter que ha escogido el despertador, dice: "no". Ahora bien, Anthony había elegido el sofá, que es más grande que una panera. Y como la siguiente pregunta Michael va a hacersela a él, Anthony tiene que echar rapidamente un vistazo por la habitación y buscar otra cosa -¡una taza de café!- que sea más pequeña que una panera. De forma que cuando Michael le pregunta a Anthony: "Si vaciará los bolsillos, ¿su contenido cabría en ese objeto?, Anthnoy contesta que sí.

Por otra parte, la opción de Aggie podría ser la pequeña calabaza hueca, tallada para halloween, en la que también podrían caber las llaves y las monedas de Michael, así que cuando Michael le pregunte: ¿Es comestible?, Aggie contestará que sí. Eso les crea un problema a Walter y a Anthony, que habían escogido objetos no comestibles: ahora tienen que cambiar su opción a un objeto que sea comestible, hueco y más pequeño que una panera"

Murch vía Wheeler plantea la equivalencia de este juego con el proceso de producción cinematográfica donde las decisiones de diferentes departamentos pueden parecer absurdas, pero teniendo en cuenta que muchas se toman sin el conocimiento de terceros y que dichos terceros deben reaccionar prontamente a cualquier desvio ideológico o estético... entonces se puede entender mejor o al menos compadecer ciertas películas.




Murch en su Ducatti

La concatenación de decisiones no necesariamente lógicas en un proceso cinamatográfico. Lo que me lleva a pensar que el artista solitario es menos azaroso. La soledad aleja muchas preguntas negativas. Protege contra dependencias ajenas. El artista solitario pierde los remolinos del azar comunitario para buscar sus propios azares en sus propias metodologías. Un azar más deseado (invitado) que inevitable.

2. El caos siempre sobrevuela. Así en la vida como en el cine. Así la recomendación murchiana es estar siempre atento a las yuxtaposiciones fortuitas de imágenes. Y con la edición digital el prueba y error se amplifica. Sale gratuito.

3. Ya eres un chico (You are a big boy now, Coppola, 1966). Una escena de golf planeada en un día soleado. Pero va y se pone a llover.

Se rodó igualmente.
El azar metereológico transforma una secuencia muy tópica (un hijo reclama la atención de un padre ensimismado en sus tardes de golf). El destino disfrazado regaló un añadido dramático del que el guión de Coppola carecía. Con la lluvia es más claro que al padre no le importa un pimiento lo que el hijo le cuenta. "Ni con este tormentón deja los palos de golf y escucha a su hijo". En la escena planificada cualquiera diría que claro, no va a perder esta soleada tarde en las monsergas teenagers de su niño.

La lluvia es esa bella casualidad que decía Cartier Bresson

El azar como cuestión puntual. Como atrezzo llamativo. Estamos acostumbrados a creer que lo que vemos ha sido planificado. Lo extraño es lo real, lo puramente ficticio es la norma. Leí algo sobre esto en digital poetics. Venía a decir que lo que antaño sorprendía era que una escena con miles de extras se consiguiera en un garaje, ordenador mediante. Pero que actualmente, con la tecnica de la mentira perfeccionada, la sorpresa se ha desplazado hacia la realidad. Lo que ahora asombra es que los miles de extras que habitan una escena sean personas reales y no dobleces de postproducción. Lo real, de tan planificado que está, sorprende. Por eso el 11-S tiene tanta audiencia o lo de las escuela de Beslan. Porque sabías (salvo algún tarado paranoico) que lo que ocurría era cierto.

4- En la anterior entrega murchiana se dibujaba la porosa división entre planificadoresprocesalistas (Coppolianos o a partir de ahora wheleerianos) Murch expone otra dicotomía: pintores al fresco versus pintores al oleo. El pintor de oleo es capaz de reeditar, de repintar; lo que en principio era una manzana puede ser más tarde un helado de vainilla. Solo con pintar encima basta. Los lienzos son portatiles y reutilizables. Los trazos del pintor al oleo son el primer antecedente del arte digital. Son un ensayo hacia la virtualidad.

En el otro lado del ring tenemos el pintor al fresco quien sabe que sus trazos se positivan siempre, debe por tanto, como el artista de teatro, trabajar en el más crudo directo, y su mente debe poseer ya un croquis muy avanzado de lo que será el resultado final. La obra (y su proceso) no le permiten replanteamientos a tiempo real.
(Hitchcokianos) y

En escultura Miguel Ángel era un wheeleriano, hablaba de descubrir la figura en el marmol poco a poco, a medida que se indagaba en la superficie. Su idea previa era solo un boceto y las vetas del marmol iban haciendo sus 20 preguntas negativas. El mérito de Miguel Ángel es conseguir acabar el juego, llegar a la pregunta veinte. Evitar un cul de sac artístico.

5. Planificar el azar. Ondaatje le pregunta a Murch por una escena concreta de El Padrino. Sobre un detalle tan concreto que parece accidental. El azar en la puesta en escena. Una escena que siempre me intrigó. Se trata del primer asesinato de Michael Corleone. Youtube(es una escena larga, lo que nos ocupa está en el 8´14´´):





De Niro descarga su revolver y la toalla silenciadora rompe a arder. Realmente parece un accidente, una combustión fortuita. La escena muestra a un joven Corleone que pese a su bisoñez actua con frialdad. Es metódico y no duda. El fuego que prende la toalla humaniza el magnicidio ya que le aporta torpeza, imperfección. Es un suceso no esperado. Viendo la escena parece un accidente. Pero no. Es un accidente planificado. De hecho podemos ver como el siguiente plano que monta es un cenital general de la calle en la que se ven hogueras. Un cambio de plano con raccord en el fuego.

Las biografías con sus desfiles de tópicos empañan la visión. Si la escena perteneciera a Hitchcock se hablaría de lo controlado que tenía todo. Hasta la forma de arder la toalla. Pero siendo Coppola la primera idea que aflora es su habilidad para aprovechar un accidente e introducirlo en la escena.
Al final todo es mentira.

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