26 mayo 2009

transcripciones: Brakhage






"... olvidemos la ideología, porque el cine, nonnato como es, carece de lenguaje y habla como un aborigen: una retórica monótona... Abandonemos la estética... Neguemos las técnicas, porque el cine, igual que Norteamérica, no ha sido aun descubierto, y la mecanización, en el más profundo sentido de la palabra, atrapa a ambas, mucho más allá de medir siquiera la posibilidad... Dejemos que el cine sea. Es algo... que surge.
.... en algún lado tenemos un ojo capaz de cualquier imaginación. Y después tenemos el ojo de la cámara, con sus lentes fijas para conseguir la perspectiva de composición occidental del siglo XIX, moderando la luz y limitando el cuadro; con su cámara común y la velocidad del proyector para registrar el movimiento, sintonizados a la sensación del vals vienes, ideal y lento; e incluso con su cabeza de trípode, siendo el cuello que se mueve, armado con accesorios para permitirle ese movimiento (...)
Escupiendo deliberadamente sobre las lentes o quebrando su enfoque, se pueden alcanzar las primeras etapas del impresionismo.
Acelerando el motor se puede hacer que esa ´prima donna´ sea más pesada en su transmisión del movimiento de imágenes.
O se puede escindir el movimiento, en una forma inspirada más de cerca por la percepción humana, disminuyendo el movimiento al registrar la imagen.
Se puede sostener la cámara en mano y heredar asi mundos espaciales.
Se puede dar a la película una mayor o menor exposición.
Se puede usar todos los filtros del mundo, la niebla, la lluvia, luces desequilibradas, tubos de neón con neurótica temperaturas de color, cristales que nunca fueron pensados para una cámara, o incluso un cristal que sí lo fue pero al que se le utiliza en forma contraria; o se puede fotografiar una hora despues del amanecer o una hora antes del crepúsculo, esas maravillosas horas prohibidas a cuyo respecto los laboratorios nada garantizan; o se puede trabajar de noche con una película indicada para el día y viceversa.
Y uno se puede convertir en Viceversa, en el prestidigitador supremo, con sombreros llenos de esos conejos que se reproducen locamente. Se puede, con un coraje increible convertirse en Melies, ese hombre maravilloso que llego a dar al "arte del cine" sus inicios en la magia




*Texto reclutado por Jonas Mekas e incluido en el manifiesto del New American Cinema. La traducción es terrible. Escandalosa, por cierto, la falta de textos de Brakhague en idioma cervantino.
El manifiesto de Mekas está en "Textos y Manifiestos del Cine" (Catedra/ Joaquín Romaguera i Ramio y Homero Alsina Thevente (eds.)

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