05 diciembre 2007

Combates dialécticos: Bernstein VS Gould

"No teman. El señor Gould está aquí. Aparecerá en un momento. Como bien sabrán no tengo por costumbre hablar antes de los conciertos, salvo en las noches de los jueves. Sin embargo, en este caso, se ha producido una situación curiosa que merece una pequeña explicaciçón. Se disponen a oir una interpretación nada ortodoxa, por decirlo así, del Concierto en re menor de Brahms, una interpretación que nada tiene que ver con las que he escuchado o he imaginado a la vista de toda la gama de tempo que despliega y de la distancia que se permite en relación con las indicaciones dinámicas de Brahms. No puedo decir que apruebe la concepción de la obra del señor Gould. Y esta situación suscita una pregunta interesante: ¿por qué la dirijo? Lo hago porque el señor Gould es un artista tan válido e interesante que debo tomarme en serio todo cuanto haga de buena fé, y su análisis del concierto me parece lo suficientemente interesante para que haya considerado que ustedes también se merecen escucharlo. Aun así, queda por responder la eterna pregunta: ¿Quién manda en la interpretación de un concierto? Evidentemente la respuesta es que algunas veces uno y otras veces, el otro. Casi siempre ambos logran ponerse de acuerdo, bien porque uno convence al otro, bien porque lo cautiva, bien porque lo amenaza, y llegan así a ofrecer una interpretación unificada. Hasta hoy, solo una vez había tenido que plegarme en una ocasión a las ideas totalmente nuevas e incompatibles de un solista: fue la última ocasión en que acompañé al señor Gould. Sin embargo la distancia que nos separa es tal, que me he visto en la obligación de hacerles esta advertencia. Volviendo a la pregunta ¿Por qué dirijo la obra?¿Por qué no armo un escandalo y sustituyo al solista, o dejo que sea uno de mis asistentes quien lo dirija? Porque estoy fascinado, porque me encanta la oportunidad que se me brinda de tener una nueva visión de esta obra tan y tan interpretada. Porque además, el señor Gould, toca determinados pasajes, con una frescura y una convicción sorprendentes. En tercer lugar, porque todos podremos aprender algo de este artista extraordinario, interprete a la par que filósofo. Por último, porque existe en la música lo que Dimitri Mitropoulus bautizó como el “factor deportivo”, una mezcla de curiosidad, aventura y experimentación, y les puedo asegurar que ha sido toda una aventura trabajar durante esta semana con el señor Gould en este concierto de Brahms. Y movidos precisamente por esta idea de aventura, aquí se lo presentamos*





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Parte de un discurso de Leonard Bernstein. Extraido de Jonathan Cott "Conversaciones con Glenn Gould". He quitado unas incómodas acotaciones (risas/aplausos...) que describen las reacciones del público. Reaccionar libremente (si podéis)

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