28 mayo 2008

Una cierta tendencia de la crítica

Apurando los últimos párrafos de Cineasta frente al espejo (tbeditores) Pretendía linkar su web pero es tan cutre que da pereza. No es mas que un maremagnun de portadas y precios. El diseñador tiene un serio problema de horror vacui. Y además no localizo este libro en el catálogo. Una palabra: actualizar.

Datos: Editado por Gregorio Martín Gutierrez. Dentro de la estela de actividades del festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canarias (éstos sí: link).

Se trata de una recopilación de artículos en torno al cine del yo. Cine en primera persona. Biográfico, diarístico o autoficcional. Hay muchas definiciones para este cine, muchas formas de tratar de cuadricularlo. Cine terapeutico que osculta el yo con sus penas y glorias adheridas. Cine socrático. Cine ocasionalmente catártico. Berliner, Mekas, Kawase, Perlov, Ross McElwee, Joseph Morder y muchos más.


Jonas Mekas Workroomfilms
Walden (Jonas Mekas)

Es entretenido. Lo fue mientras duró. Mis viajes en Metro se han hecho más cortos, y los cafés furtivos más largos. Destaca con luz propia la colaboración de Carlos Losilla sobre el tratamiento del dolor en el cine, Al borde del Abismo, desde la distancia. Y me quedo con ganas de indagar más en el cine de Johan Van der Keuken ( Autoretratos de Johan Van der Keuken. Memoria de los bellos viajes, o tocar lo real; Gonzalo de Lucas) y de Noami Kawase, la cual es reseñada mucho últimamente y no he podido ver nada (Alumbramiento, Noami Kawase; Luis Miranda)

Como a muchas recopilaciones de artículos le falta un punto de vista claro. Las diferentes voces van en contra del objetivo de clasificar y encerrar a unos cineastas en un género. Cosa que me alegra ya que no hay nada más triste que ver como la obra de cineastas liberrrimos termina acotada en un género, o subgenero, o movimiento. Porque ese es el objetivo, no siempre cumplido, de este libro. Al menos es la coartada editorial.

Este cine llamado del yo tiene una raiz inevitablemente pasional. Todo cine y arte que se precie lo tiene. Solo que estos casos lo son más evidente. Son películas que nacen de dentro del artista. Filmes expulsados, vomitados. Hablar en primera persona es más sincero que adoptar terceras personas u otra máscaras distantes. Esa mirada al espejo es la zona tarkovskiana que no se quiere cruzar. Que aterra**.

El egotismo es una cualidad, casi una necesidad, en el arte. Eso es lo duro, lo difícil: mirarse al espejo. Mirar a los demás es bastante más sencillo. Es como el suicidio. Siempre será más fácil dejar que la vida acabe con nosotros que nosotros acabar con ella. A tiempo.


Pero quiero hablar de la crítica. Y que me perdonen los articulistas de Cineastas frente al espejo, por usarles de ejemplo. Podría utilizar otros modelos. Es el que más cerca me quedaba. Hablo más bien del aroma general de la crítica. De sus estrategías globales. Obviamente cada crítico es un mundo aparte con mayor o menos vida dentro de él.

Empecemos recordando a Truffaut con eso de que nadie sueña de pequeño con ser crítico de cine. Permitan que lo dude. Hace tiempo pudo ser así. Ahora, que los media, como el infierno, somos nosotros, la tentación opinativa está más presente que nunca. El propio Truffaut con su idílica biografía ha revertido su propio axioma. Y el hiperbólico crecimiento de blogs es otra muestra. Blogs en su mayoría de raigambre opinativa. Que juzgan más que ofrecen. El blog como improvisado laboratorio de ideas casi no existe. La mayoría son recreaciones (espejos) de revistas tradicionales, fancines, o folletos informativos de museos. Sin duda la influencia de la crítica ha crecido exponencialmente. Con ello su responsabilidad. El peso de sus palabras y sus cliches.

Y la crítica necesita de la categorización de su presa. Nada más peligroso para la crítica que un artista inasible. ¿Qué hacemos con él? ¿Cómo lo llamamos y vendemos? "Es austrohungaro, pero no es suficiente, debe ser de la escuela situacionista prerrafaelista austrohungara. Bien, eso es mejor. Ahora designémosle compañeros de viaje, hagamos de este austrohungaro el faro de una nueva generación". Y de paso cumplamos el sueño baziniano de todo crítico: alumbrar un nombre inmortal, ser el biografo de una generación que no quiere ser generación. "Tú, hijo mío serás generación porque lo digo yo. Y callate que digo que te influye mucho Welles. Ah, no, que eso fue lo primero que dije..."

Es triste ver cómo se buscan caminos fáciles con los que archivar lo inclasificable.

Pienso que es realmente la crítica quién inventa el primer plano. No es Griffith (como mucho Marey). Yo no me imagino a E.J. Marey diciendo en su laboratorio "vamos a hacer un primer plano de la mano para ver sus movimientos de cerca". El Primer Plano es entonces un simple atajo enunciativo. Un primer pecado original. Y de aquí parte un enorme glosario de términos que buscan resumir bruscamente las herramientas de la mirada humana. Reduccionismos. Ningún verdadero artista piensa en estos términos. El resultado es que la transmisión verbal de los pensamientos visuales se ve reducida en esta jungla de terminología artificial. Supongo que el pobre Wittgenstein tenía algo que decir al respecto.


walk and talk workroomfilms
The west Wing, Aaron Sorkin

Es la crítica quien inventa que el señor Sorkin - Thomas Schlamme mediante- hace un "walk and talk"; para que posteriormente la siguiente hornada de directores de la universidad de UCLA dicten a sus directores de fotografía que para tal toma quieren un "walk and talk". "Quiero un Sorkin con dos gotas de PT Anderson". Por ejemplo

La mente perezosa se desliza por los caminos arados. Los recursos fáciles. De la crítica pasan a las aulas y de las aulas a los rodajes. Cine Ikea.

La forma en que se enuncian los conocimientos lo pervierte todo. A lo que voy quizás es que el conocimiento mal administrado (resumido) degenera en parodia. El conocimiento resumido produce caricaturas.

Volviendo al libro. Aquí, los conocimientos, las opiniones sobre diversos autores, son aplicados a la construcción de un género. El proceso es sabido: se apilan diferentes autores y se les busca un comun denominador (el mínimo común denominador que decían en las clases de matemáticas). Entiendo que es difícil -inmerecido en algunos casos- dedicar un libro entero a cada autor; pero más injusto es meterles a todos en un mismo saco. Y la gran paradoja aquí es que el cine sea del YO. Esta clasificación termina convirtiendo el cine del YO en el cine del NOSOTROS. Lo personal se hace grupal.

El inevitable proceso contextualizador, por muy minucioso que sea, generaliza. Se rastrean coordenadas genéricas en un cine compuesto de latigazos personales. Todo por la busca de ese grial del mundo de la crítica: EL GENERO**.

Hay cineastas que tratan de hacer una película. No saben qué hacer así que rebuscan en el cajón de los géneros para saber qué les vendría bien. "una comedia", puede... "No, una de terror". Tras decidir la opción eligen coordenadas más concretas. "Será un thriller político, sí, pero ¿de quién bebera? Ya lo tengo: hagamos un trhiller político con resonancias a la nouvelle vague". Y empezará con un "walk and talk".

Es la misma operación de IKEA. Quiero un mueble. Pero ¿qué tipo de mueble? ¿De tres cajones? Pero con ruedas. Adjudicado.



David perlov Workroomfilms
Diaries, David Perlov

Finalizando. Y esto no tiene nada que ver. Es sobre las notas a pié de página y su distribución en el texto. En este libro no es tan grave,. lo es más en otro libro que tengo entre manos Cine Directo: reflexiones en torno a un concepto***. ¿Por qué tienen que poner las notas a pie de página al final del libro? Cual es la lógica de convertir la lectura en una puta gimkana. Por favor, si algún editor tiene a bien leer estas tribulaciones y me puede contestar cuál es el propósito que hace que para completar la información con la nota te tengas que desplazar continuamente al final del libro ¿No se supone que te interesa lo que lees... /entonces... por qué mierdas esconden y no las ponen en la misma página? ¿les haría gracia que yo pusiera las notas de pie de página de este post al final del blog, o en otra página...? ¿Hay algún motivo, dan subvenciones por hacer esto...?
Teoría 1: creen que a la gente no les importa. Lo cual nos lleva a pensar que si los que lo publican no confian en el libro, pues coño, que no lo publiquen. SEAN ECOLOGISTAS, que es mejor que ser idiota.
Teoria 2: creen que estas notas no aportan nada. Cosa que es verdad en algunos casos. Pero ¿cómo leches discernir entre las que aportan y las que no? Hagan un preaviso, pongan el número de la nota con un color según el interés que ofrece. Si la nota simplemente quiere decir que lo dicho no es propio sino que lo ha dicho, no sé, Welles, por ejemplo, pues asignenle un color. Así los que ya saben que lo ha dicho Welles no tienen que hacer este recorrido hacia la nota esteril.
Y ya me quedo sin teorias. ¿No le molesta a nadie esto? ¿No será una obsesión mía del tipo "odio los hielos pequeños"?
En fin, voy a dejarlo antes de que me suba la tensión.


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* Slavoj Zizek en la irregular The Pevert’s Guide to Cinema (Sophie Fiennes). Da una vuelta a la habitual formulación por la que la ficción es el escape de la realidad. A veces la ficción puede ser más dura que la realidad. La realidad es el lugar al que van los que no soportan la ficción. Los miedos de la ficción son más dañinos que los de la realidad. En la realidad podemos actuar, en la ficción somos solo espectadores. Zizek ejemplifica todo esto con el cine de Lynch, en los que los sueños y las fantasias son la amenaza constante. Los inicios idílicos de las películas de Lynch, esos fragmentos de realismo limpio, son esos parajes que sus personajes nunca debieron abandonar y por los que siempre suspiran. Ver

** Una película de género es siempre una mentira. No sé si alguien lo ha dicho esto pero lo suscribo. Esta idea es el motor de uno de los votos de castidad de los Dogma 95.

*** También TBeditores. Edición de Maria Luisa Ortega (que también participa en Cineastas frente al espejo) y Noemí García. Otro día hablaré sobre este libro. Dejaré pasar un tiempo prudencial a ver si se me pasa el cabreo de las notas a pie de página.

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