15 agosto 2008

Transcripciones: Basilio Martín Patino

Con más frecuencia de lo que mi autoestima desearía a alguien le da por decir lo que pienso de forma clara y precisa. El representante máximo de esta tendencia es Henry Miller, pero claro, hay cientos. No son más que una panda de ladrones del pensamiento que se merecen una disciplinada transcripción de sus palabras. Así que supongo que ésta entrega de hoy no será la única.
Les dejo con Martín Patino y sus horizontalidades y verticalidades.


"Se* dice que el cine es un arte no clasista, que se dirige a todos los públicos, pero yo esto no lo veo por ningún lado. El autor de teatro, sí, sabe que escribe concretamente para un tipo propio de gente del Lara o del Marquina, que conoce sus resortes, como el artista plástico elige en qué galería va a exponer y sabe quien le va a consumir, sin otros especiales obstáculos. Al director de cine, y hablo en general, le obligan a dirigirse en teoría a un gran público hetereogéneo y popular, pero imponiéndole de antemano la mordaza de una determinada clase, que es la que impone su criterio, su exclusiva visión del mundo, sus códigos, su moral, sus cliches, sus sobreentendidos, hasta su lenguaje o su cursileria.

El director de cine depende exclusivamente de esta clase, o mejor dicho puede funcionar mientras coincida con ella o bajo su benevolencia, y no puede ni soñar en saltarse estas barreras que le separan realmente de lo popular. Esto es como una verdad muy elemental y muy tópica, como de mal tono, pero solo a partir de ella se entenderán nuestras contradicciones: el cine está manejado exclusivamente por unos estratos de arriba, y si no se queda dentro de estos estratos, como el teatro o la pintura, si su consumo se extiende hasta todos, es por cuestión de rendimiento económico. No nos engañemos. Ahí está lo desconcertante: que la película se ve desde el Carlos III hasta el Vallecas, y de allí a los pueblos de Extremadura. Y tiene que realizar el portento de que la misma historia satisfaga a los públicos de ambos, igualándolos en cultura, en afinamiento de la sensibilidad, en la capacidad por interesarse en idénticos problemas, idéntico concepto de lo divertido o de lo interesante, en fin... La única forma de poder ser popular ya se sabe: contar bellas y confortables historias donde cada buen sentimiento esté en su sitio, como es debido, y dónde todo termine poco más o menos como debe ser, y todo muy maniqueo, y muy estilizado, a niveles tan universales como que todos los subversivos son unos resentidos, y todos los intelectuales tienen gafas, y todas las señoras... Con un poco de sexo, pero ya se sabe..., con algo de violencia pero claro que...






Yo, cuando oigo a un distribuidor que tenemos que hacer películas que interesen hasta en el último pueblo de Jaen me parece estar pisando un mundo surrealista, me entra pánico al pensar en qué consiste ese interés. Yo creo que todo nuestro desconcierto y toda nuestra inadaptación vienen de aquí. Estoy convencido de que la única forma de hacer un cine moderno, europeo, con categoría, está en la confianza en el espectador como ser humano vivo, en su colaboración, en dejar de tenerlo como un retrasado mental. Pero el campesino de Jaen o el de Extremadura y seguramente el espectador de Vallecas tienen un tipo de intereses que podríamos llamar horizontales entre sí, como pueden tenerlo en otra horizontalidad muy lejana los de la Gran Vía y el Carlos III, que son los que funcionan, los que únicamente tienen en cuenta, los que atiende la crítica, los que, además, no permiten una opción, porque están seguros de vivir en el mejor de los mundos y tienen la sartén por el mango. Y mientras se nos imponga forzosamente la solidaridad vertical entre todos los públicos, por ejemplar que sea... ¿Cual es el procedimiento para satisfacer a unos y a otros? ¿A qué rasero quedarnos? y ¿Cómo se puede hacer algo interesante falseando nuestras propias convicciones?...




Queridísimos Verdugos (1973, BMP)


...Hay una solución muy hábil: que el autor deje de serlo para convertirse en mero profesional, una especie de gran zapatero aproblemático que lo mismo hace un roto que un descosido. Se sublima el profesionalismo. Es la gran coartada. Ya no es un problema de creación sino de cumplimiento con no sé sabe qué juramento ante los dioses (...) Todo se salva entonces, porque lo importente es ser un profesional, un señor que cumple todo lo que le encarguen sin otro techo de responsabilidades."


* Palabras recogidas de una entrevista (Conversaciones con Basilio Martín Patino- Miguel Bilbatua y Carlos Rodriguez Sanz)
publicada en la revista Nuestro Cine. (nº52; 1966) Segundo número dedicado al nuevo cine español.


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